lunes, 23 de enero de 2012

LA VERDAD

                              
Desde la infancia y juventud comienza el Vía-Crucis  de nuestra miserable existencia con 
muchas torceduras mentales, íntimas tragedias de familia, contrariedades en el hogar y en la 
escuela, etc. 
         Es claro que en la infancia y juventud, salvo muy raras excepciones, todos estos problemas 
no alcanzan a afectarnos en forma realmente profunda, pero cuando ya nos hacemos personas 
mayores, comienzan los interrogantes ¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo? ¿Por qué tengo que 
sufrir? ¿Cuál es el objeto de ésta existencia? etc. etc. etc. 
         Todos en el camino de la vida nos hemos hecho estas preguntas, todos alguna vez hemos 
querido investigar, inquirir, conocer el “por qué”  de tantas amarguras, sinsabores, luchas y 
sufrimientos, pero desgraciadamente siempre terminamos embotellados en alguna teoría, en 
alguna opinión, en alguna creencia en lo que dijo el vecino, en lo que nos contestó algún viejo 
decrépito, etc. 
         La Verdad es lo desconocido de momento en momento y no es separándonos del mundo ni 
abandonando a nuestros semejantes como podemos descubrirla. 
         Es absurdo decir que toda Verdad es Verdad a medias y que toda Verdad es medio error. 
         La Verdad es radical y ES o no ES, jamás puede ser a medias, jamás puede ser medio error. 
         Es absurdo decir: la Verdad es del tiempo y que lo que en un tiempo fue en otro tiempo no 
lo ES. 
         La Verdad nada tiene que ver con el tiempo. La Verdad es Atemporal. El “Ego” es tiempo y 
por lo tanto no puede conocer la Verdad. 
         Es absurdo suponer verdades convencionales, temporales, relativas. Las gentes confunden a 
los conceptos y opiniones con eso que es la Verdad.
         La Verdad nada tiene que ver con las opiniones ni con las así llamadas verdades 
convencionales, porque éstas son únicamente proyecciones intrascendentes de la mente. 
         La Verdad es lo desconocido de momento en momento y sólo puede ser experimentada en 
ausencia del “Ego”. 
         La Verdad no es cuestión de sofismas, conceptos, opiniones. La Verdad sólo puede ser 
conocida a través de la “Experiencia Directa”. 
         La mente sólo puede opinar y las opiniones nada tienen que ver con la Verdad. 
         La mente jamás puede concebir la Verdad. 
         Los maestros, maestras de escuelas, colegios, universidades, deben experimentar la Verdad 
y señalar el camino a sus discípulos y discípulas. 
         La Verdad es cuestión de experiencia directa, no cuestión de teorías, opiniones o conceptos. 
         Podemos y debemos estudiar pero es urgente experimentar por sí mismos y en forma 
directa lo que haya de Verdad en cada teoría, concepto, opinión, etc. etc. etc. 
         Debemos estudiar, analizar, inquirir, pero también necesitamos con urgencia inaplazable 
experimentar la Verdad contenida en todo aquello que estudiamos. 
         Es imposible experimentar la Verdad mientras la mente se encuentra agitada, 
convulsionada, atormentada por las opiniones contrapuestas. 
         Sólo es posible experimentar la Verdad cuando la mente está quieta, cuando la mente esta 
en silencio. 
         Los maestros y maestras de escuelas, colegios y universidades, deben indicar a los alumnos 
y alumnas el camino de la meditación interior profunda. 
         El camino de la meditación interior profunda nos conduce hasta la quietud y silencio de la 
mente. 
         Cuando la mente está quieta, vacía de pensamientos, deseos, opiniones, etc., cuando la 
mente está en silencio adviene a nosotros la Verdad.