jueves, 22 de diciembre de 2011

LA NIÑEZ DESAMPARADA
as investigaciones que solicita la Procuraduría General de la Nación para indagar las posibles
irregularidades en los contratos suscritos por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF),
es el preámbulo del  destape de otra cloaca repugnante que ahoga a este país desfalcado por los
politicastros que elecciones tras elecciones suben al tope de la escalera y se hacen sentir como raponeros
de los dineros del hambriento y sufrido pueblo colombiano.
         Al ICBF, en verdad, en sí mismo, no lo podemos considerar como un Instituto idóneo para la
protección integral de la familia, por lo que no da lugar al nombre que esgrime. Parece que este
organismo, y eso es lo que quiere  saber la Procuraduría, se ha convertido en otro nido de corrupción, que
en vez  de trabajar a favor de los millones de niños desamparados, proveyéndolos de alimentos y vestidos
decentes, se encuentra ahora “ad portas” de una investigación dentro de su propio interior. ¿Cuál es el
presupuesto del ICBF? ¿De qué  forma se distribuye en los municipios del país? Eso es indispensable que
el pueblo conozca debido a la trascendencia del Instituto, pues de él depende el bienestar integral de la
infancia. El Instituto necesita  “multiplicar hasta el infinito” centros de orientación nutricional y luche tenazmente emprendiendo una gran labor para salvar al niño que deambula por las calles de
la explotación laboral, de la drogadicción, del alcoholismo, de convertirse en un delincuente en todos los sentidos, de ser violado sexualmente, de degenerarse por la infrasexualidad, etc.
         El ICBF no debe de ninguna manera ignorar que por las calles de las principales ciudades  del territorio  colombiano vagan miles de niños desamparados, huérfanos, incluso, indefensos completamente, violándoseles sus más elementales derechos, mendigando una limosna para comer y durmiendo a la
intemperie, soportando con la indiferencia de la sociedad, el
frío, la lluvia y las más inclementes vejaciones y humillaciones.
         En algunos lugares, la labor del Instituto  se ha limitado a atender a unos cuantos niños que están en
las escuelas, pero son muchísimos los millones de niños que no van a la escuela, que no pueden ir, ya
porque sus padres no pueden mandarlos, o porque no quieren dejarlos ir. En todo el país la población
escolar es muy reducida en relación con la cantidad  de niños que éste tiene.
         Millones de padres de familia no mandan a los niños a la escuela debido a que ni siquiera la familia
tiene donde dormir; por las calles vagan millones de hombres y mujeres que se encuentran en la
indigencia y no pueden enviar a sus hijos a los Institutos Educativos por varios factores: hambre,
desamparo total, desmoralización debido al desplazamiento, necesidad de mendigar con los niños para
conseguir qué comer, necesidad de que los niños trabajen en algo para no morir de hambre ellos o su
familia, etc.
         Se necesita un ICBF que proteja de manera íntegra a la familia desvalida en todos y cada uno de sus
aspectos. No es justo que la protección se extienda sólo a una clase de niños; el Instituto debe considerar
el amparo a toda la población infantil; por lo que se hace cardinal que su presupuesto sea bien poderoso,
muy abultado e higiénicamente administrado; claro que para eso es inevitable que sus directores tengan su
mente y su corazón henchidos de verdaderos valores  espirituales, pues la sociedad no debe seguir
cometiendo el crimen abyecto y miserable de abandonar a sus niños.
         Los criminales que de una y otra forma roban el dinero al ICBF cometen un delito de lesa
humanidad, un genocidio que debe ser castigado con la máxima condena.
         ¿Es el  Instituto Colombiano de Bienestar  Familiar (ICBF) un ente idóneo que satisface las
necesidades vitales más urgentes de la infancia? Son miles los niños que en este país han muerto en el
más absoluto desamparo soportando con heroísmo hambre, frío y desnudez… ¿Y  dónde  está el ICBF?
¿Acaso no es un crimen de la más alta gravedad que por las lujosas calzadas de las grandes ciudades de
este país vaguen semidesnudos, hambrientos, miserables miles de niños, muchas veces perseguidos por
los gendarmes que quieren llevarlos a la cárcel por un delito que no han cometido? Los colombianos
necesitamos de manera inaplazable un verdadero Instituto Nacional de Protección a la Infancia, para  que
los niños de este país, sean amparados de manera íntegra en el sentido más completo de la palabra.
         El niño huérfano e indefenso no necesita albergues para “perros”; lo que necesita esta clase  de
infantes son hogares colectivos, bellos hogares donde sean atendidos con todo lujo de detalles. El ICBF
debe tener como acción vital la fundación de lujosos  hogares colectivos; auténticos hogares modelos
llenos de belleza, ternura, elegancia…

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